A la par de esta pandemia, la generada por el coronavirus, establece la Organización de Naciones Unidas que existe otra pandemia en la sombra, la de la violencia contra las mujeres. Y es que el confinamiento abre la dolorosa y reprochable puerta del maltrato físico, sexual y psicológico por parte de sus compañeros sentimentales, familiares o desconocidos. La socióloga Omaira López, coordinadora en la Corporación Vamos Mujer habló con Conexión Sur sobre este tema. “En el confinamiento se han presentado registros de violencia intrafamiliar y violencia contra la mujer que dan cuenta que entre marzo y mayo la línea 155 registró 4.385 llamadas relacionadas con algún tipo de violencia al interior de los hogares. Estas se ven enfrentadas en regaños, gritos, golpes, subvaloración del trabajo que hacen, recriminaciones por la falta de recursos o presión para que rebusquen ingresos, tocamientos y violencia sexual”.
Incluso antes de que existiera el COVID-19, la violencia doméstica ya era una de las violaciones de los derechos humanos más flagrantes según la ONU. En Colombia, de acuerdo con cifras de Medicina Legal, la violencia contra las féminas habría crecido durante el período de la actual pandemia un 88%, respecto a similares etapas anteriores. Según la socióloga, pareciera que durante este periodo se arraiga una falsa concepción de propiedad o pertenencia de los cuerpos de las mujeres llegando incluso a los homicidios. “Parece que el confinamiento acentúa una concepción sobre el cuerpo de la mujer como propiedad de otro y se considera que ese cuerpo se puede tomar, usar, dañar, violentar, tirar y hasta asesinar, esta última es otra de las manifestaciones de la violencia contra las mujeres en este aislamiento. El observatorio Feminicidios Colombia reportó que por lo menos 99 mujeres han sido asesinadas en el país, 24 de ellas menores de edad”. De este reporte, 36 mujeres fueron víctimas en el Valle del Aburrá.
Ante este incremento de la violencia, diferentes organizaciones sociales e instituciones públicas han habilitado instancias para la atención a las víctimas, aunque existen, claro está, muchas dificultades en las acciones de atención según lo denuncian los movimientos feministas. “Al parecer hoy las mujeres van perdiendo el miedo a denunciar y esto ocurre cuando se dan cuenta que no están solas, que hay entidades gubernamentales, académicas y organizaciones de la sociedad civil -sobre todo mujeres y feministas- que brindan asesoría, apoyo y acompañamiento. No obstante, hay que decir que todavía muchas mujeres no se sienten seguras para denunciar porque al hacerlo siguen enfrentándose a dificultades como la poca oportunidad en la atención, parece ser que muchas Comisarías de Familia no han entendido todavía que cuando hay una denuncia debe responderse rápidamente y proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas”.
Sumado a esto suelen existir factores subjetivos en los funcionarios que reciben estas denuncias y cuyos comportamientos cargados de prejuicios más que ayudar, juzgan a las mujeres por lo que se dan casos de revictimización, asimismo hay poca claridad en las rutas a seguir o cuando las mujeres violentadas acceden a algunas instancias, la orientación es muy poca respecto al camino que debe tramitarse con la denuncia, además hay instancias en los que se dan remisiones efectivas, pero no hay respuesta inmediata arriesgando y desprotegiendo a las mujeres.
En todo caso existen diferentes autoridades en los municipios como las autoridades de género y Comisarías de Familia. A nivel departamental, los hogares de protección para la atención, de ahí que denunciar se convierte en una opción fundamental que puede llegar a salvar la vida de las mujeres. Actualmente encuentran habilitadas líneas de atención telefónica con mayor posibilidad de acceso, estas son:
155: atención psicológica y jurídica.
122: denuncias ante la Fiscalía.
141: apoyo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF-.
123: Policía Nacional.
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